XV-XII-MMXVI

Pronto serán seis meses... Medio año. Medio año de vacío. Uno tan profundo y triste como jamás antes lo había conocido, carente de esperanza por completo. Con la única certeza de haber fracasado en todo cuanto me importaba. La perdida total de un horizonte, de todos mis horizontes...

Desmoronados, como un castillo de naipes al que le han quitado la carta que sostenía su base. El pilar maestro. La Reina de Corazones...

El tiempo se difumina cuando duermes a salto de mata, Una hora aquí, otra media tal vez allá... Como si todo este tiempo, estos meses transcurridos desde mi "expulsión del paraíso", formase parte de un mismo y terrible día, un mal día que no acaba. Una sucesión de amaneceres y puestas de sol continuas, suplicando en cada una de ellas que el ciclo se rompa, que termine y con él, yo mismo.

He fracasado completa y estrepitosamente. No hay manera de corregir los renglones torcidos. No hay escape, no hay marcha atrás. No existe la redención. Todo terminó. De manera absurda. Si...

No se me ocurre un calificativo mejor: Absurdo. Como mi vida.

Una espera absurda rota en dos mitades y en el centro Ella.

Durante los primeros 29 años de mi existencia, la falta de propósito, la vacuidad de la misma, estaba atemperada por mi propia inconsciencia. Por mi estupidez, por esa vieja puta llamada Esperanza.

No fue hasta que Ella entró plenamente en mi vida que descubrí cual era el autentico propósito de la misma.

Hubo un momento, poco antes de que nuestra situación laboral-económica se volviera insostenible en que, desesperado y entre lágrimas le supliqué que me abandonara, que buscase a alguien mejor. Ella me respondió: "No quiero estar con otra persona. Te quiero a ti." A mi... Era viernes, lo recuerdo perfectamente. Lo he recordado un millón de veces al menos desde entonces. Y mas en estos últimos tiempos.

Es irónico, ¿verdad? Un momento Ella está ahí, sobre mi, abrazándome como si yo pudiera albergar en mi la estúpida idea de abandonarla. Sollozando entre lágrimas: "Por favor, no me dejes nunca. Por favor..." Un momento después soy yo el que llora como un niño pidiendo justo lo contrario, que me deje por su propio bien. Y Ella me levanta. Me sostiene.

Instantes después me ha abandonado y me encuentro en esta cárcel invisible e intangible.

Sus palabras aún resuenan en mi cabeza, en el espacio vacío donde antes había un corazón...

Todo es tan absurdo.

Son las 08:30 mientras escribo estas palabras en mi bloc de notas (esto es una transcripción). Aún no he podido pegar ojo. Cada vez que lo intento me lleno aún mas de reproches contra mi mismo y las imágenes de nuestro pasado juntos me persiguen con mas virulencia. Como un enjambre de avispas aguijoneando los jirones de mi alma. Estoy tan cansado que el pensamiento de un porvenir semejante alargado en el tiempo indefinidamente me acaba resultando por momentos indiferente. "Ya todo da igual", como decía aquel swing.

Como una "consciencia-inconsciente". Como si viera sin ver. Como si el ser humano que quizás fui una vez hubiera quedado atrás, convertido en una especie de monumento extraño y macabro a la tristeza. Una estatua hecha de órganos y piel, pero vacía...

Desfigurada. Estropeada. Inútil...

Entonces vuelvo a recordarnos y salgo de ese vacío. Y quiero morir otra vez. Dejar de ser esa cosa inerte en la que me he convertido. Para siempre.

Pero hasta en la muerte soy un fracaso...



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La verdad es algo muy bonito.