Es nuestro mesario número 213.
Ocurre siempre igual. Todo se detiene y mi mente viaja en el tiempo. Y ahí estás tú. Dormida en nuestras sábanas, o caminando junto a mí. A veces estás sentada en mis rodillas. Otras veces estamos en la ducha, o disfrutando de una comida en un restaurante. A veces estás en el ordenador y yo a tu lado. Estoy enfermo, en casa de tu suegra y vienes a verme o eres tú la enferma y soy yo quien te vela, sentado en una silla junto a tu cama. Otras veces estamos en casa de tus padres, o en el sofá en casa de la tía. O con nuestra Patri echando quintos hasta que se nos hace de noche. O en la facultad. O en el balcón de nuestro ático. O vuelvo a aquel parque, con aquel gato y aquella chica del vestido negro y la melena increíble. Tan guapa...
O me abrazas y me pides por favor que no te deje nunca, entre lágrimas.
O me pones un anillo en el dedo y me dices que esto es para siempre.
Vuelvo a todos esos sitios, a esos lugares, a esos tiempos... Literalmente estoy allí. Y cuando caigo en que es solo un recuerdo, la realidad, esta realidad me arrastra como un torbellino. Me mareo y siento náuseas, y una ansiedad atroz me abruma.
Ojalá pudiera gritar. Pero solo puedo llorar...
Sé que existimos. Sé que fue real.
Te echo muchísimo de menos, Peque. Espero que estés bien, que el calor te sea leve y que seas tan feliz como te dejen. Te toca serlo por los dos.
Amor mío
j🖤B
No hay comentarios:
Publicar un comentario
La verdad es algo muy bonito.