"Sois la esperanza del amor verdadero (y eterno)..."
Es cierto, ni es una invención, ni nos lo dijeron en plan coña marinera, ni nada...
Podría citar a la persona, pero tampoco es cuestión...
Contemplo esto desde esta prisión,
desde esta cuneta donde me veo,
condenado ya durante el tiempo que me quede por "vivir"...
Condenado por unas personas a las que apenas conocí,
Condenado por unas personas a las que apenas conocí,
unas personas a las que, creo,
jamás hice ningún mal...
A la esperanza la estrangularon
392 días, 23 horas, 12 minutos y...
...Contando
...Contando
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ResponderEliminarSi es que ya no
A diario veo el chantaje que un chico le hace a su pareja.
A diario ella llora, se desahoga y no da ningún paso para
cambiarlo. A diario vuelve con él, a casa, porque tomó la
decisión de casarse y tiene que responsabilizarse.
A diario espero que en algún momento se de cuenta de que "es que ya no".
No se alejó sola, él la ayudó.
Él, con su inseguridad enfermiza, la endiosó hasta hacerla sentir irreal y extraña.
Él la moldeó a su antojo, mirándola con unos ojos empañados de fantasía, fue haciendo de ella lo que quería, casi sin darse cuenta.
Y ella, por el camino, dejó sus sueños de niña y adolescente, sus metas y objetivos, sus deseos.
Se convirtieron en uno sin saber que, en realidad, andaban juntos por caminos diferentes.
Él la hacía suya, la interiorizaba, sus planes de futuro no importaban, sólo los de ella. Le agradecía cada minuto, cada segundo, porque existía gracias a ella.
Ella creció a través de él, se sentía importante, querida, segura. Hasta que un día, al mirarse al espejo, no se reconoció.
Ella era él, lo que había proyectado durante tanto tiempo. Por más que buscó razones, sólo las encontró en los inicios. No encontraba el presente ni el futuro, sólo el pasado.
Ella ya no era ella, era otra persona vista a través de otros ojos.
Ella quería caminar sola otras rutas y senderos, pero con él no podía.
Ella anhelaba los sueños que una vez tuvo y se sentía cada vez más fuerte para luchar por ellos.
Ella sabía que sólo desprendiéndose de él podría obtenerlo todo.
Y entonces, el chantaje.
Yo sin ti no soy...
Juramos ser para siempre...
Camina sola, ya que yo no podré seguir si no estás...
Mi vida ya no vale nada...
Y entonces, las dudas.
Volveré a intentarlo...
Si no fuera por mí esto no sería así...
Soy egoísta y le hago mal...
Es mi culpa...
Dos noches sin dormir y un compromiso hicieron falta para volver a estar juntos. Y volvieron los celos, el amor enfermo y oxidado, la amargura y la muerte anunciada.
Varios ciclos más se encargaron del resto.
Ella ya no pudo más. Ser egoísta, tener amor propio no es malo.
Él dejó de luchar, pero no por ella, sino por él mismo.
Ahí acabó todo.
Ella aprendió que la manipulación y el control no tenían nada que ver con el amor. Que había mucha más gente capaz de quererla tal como es y, además, dándole alas. Y que, si no había nadie que la quisiera, mejor era quererse a sí misma que permitir que la frustración de otro te arrastre al vacío.
Él aprendió que, si no te quieres, permites que el resto no te quiera. Que no siempre vale lo mismo, no hay que dar por ganada la guerra aunque hayamos ganado batallas. Siempre hay que seguir trabajando y luchando para conservar lo que creemos nuestro.
Ambos decían que no había pasado nada. Justo. Nada ha pasado, nada ha cambiado, por eso ya no están juntos.