He tenido otra pesadilla:
Estábamos, Ella y yo, en mitad de un mar tempestuoso y oscuro. No había nada aparte de agua y una especie de pared alta, negra, con amarres negros como los de los muelles.
Entonces veo las aletas. No las cuento, pero hay muchas. Vienen a por nosotros. Le digo que se suba a mis hombros, que trate de alcanzar la parte superior de la pared... Pero resbala...
La destrozan delante de mi... Oigo sus gritos. Veo la sangre... Hasta que desaparece bajo las aguas.
Los tiburones también desaparecen...
Grito y lloro de impotencia.
No he podido hacer nada...
Otra vez.
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La verdad es algo muy bonito.